Los bosques de la
Arcadia ya están muertos,
Y acabada su antigua
alegría;
Desde lo arcano el
mundo se alimentó de sueños,
La Gris Verdad es hoy
su colorido juguete;
Y aun gira ella su
inquieta cabeza:
Pero oh, niños
enfermos del mundo,
De todas las muchas
cosas que mudando estado
En triste danza se
arremolinan detrás de nosotros,
Al son de la cascada
canción que Cronos canta,
Solo las palabras son
innegablemente buenas.
¿Dónde están ahora
los reyes guerreros
Que se mofaban de la
palabra? Por la Cruz Triunfal,
¿Dónde están ahora
los reyes guerreros?
Dicha por un escolar
vacilante,
Leyéndola en alguna
confusa historia,
Una vacía palabra es
hoy toda su gloria:
Los reyes del tiempo
antiguo yacen muertos;
La misma tierra
vagabunda podría ser
Nada más que una
palabra en llamas,
Escuchada solo un
instante en el ruidoso espacio,
Afligiendo el ensueño
interminable.
Por eso nunca veneres
hazañas polvorientas,
Ni busques, porque esto
es también cierto,
Con hambre desesperada
la verdad,
No sea que tu esfuerzo
solo produzca
Nuevos sueños, nuevos
sueños; no hay verdad
Sino en tu propio
corazón. Así que no busques
Conocimiento en los
hombres de estrellas,
Que siguen con sus
lentes ópticos
Los sinuosos caminos de
los astros que pasan -
No busques, porque esto
es también cierto,
Sus palabras – la
fría ruina de las estrellas
Les ha penetrado y
partido sus corazones en dos,
Y muerta yace toda su
humana verdad.
Ve a recoger al costado
del mar susurrante,
Alguna retorcida
caracola con sus ecos,
Y a sus labios cuéntale
tu historia,
Y ellos serán tu
alivio,
Transformando con
melodiosa astucia,
Levemente, tus
inquietas palabras,
Hasta que cantando se
desvanezcan
Y mueran en su perlada
hermandad;
Porque solo las
palabras son innegablemente buenas:
Canta, entonces, porque
esto es también cierto.
Ya debo irme: hay una
tumba
donde ondean narcisos y
lirios,
Complaceré al
desdichado fauno,
Enterrado bajo aquel
suelo adormilado,
Con alegres canciones,
antes del amanecer.
Sus aullantes días
fueron coronados con alegría;
Y yo aun sueño que
holla la grama,
Como un fantasma,
caminando sobre el rocío,
Atravesado por mi canto
agradecido,
Mis canciones de la
soñada juventud de la vieja tierra:
¡Pero, ay! Ella no
sueña ahora; ¡sueña tú!
Porque hermosas son las
amapolas de la cumbre:
Sueña, sueña, porque
esto es también cierto.
Traducción: Pedro Peña
Gracias por esta traducción tan interpretada, pero que le da sentido a cada palabra.
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