viernes, 27 de noviembre de 2015

LA BALADA DEL CAZADOR DE ZORROS


Recuéstenme en la silla de los cojines;
Llévenme allí, ustedes cuatro.
Cojines allí, almohadones allá,
Para ver el mundo una vez más.

Vayan al establo y donde los perros;
Traigan de allí lo que haya que traer.
Guíen a mi Lollard de un lado al otro,
O suavemente en un círculo.

Pongan la silla sobre el pasto,
Traigan a Rody y a sus perros de caza,
Así podré atravesar, conforme,
Estas terrenales ataduras.’

Sus párpados cayeron, su cabeza se inclinó lenta,
Sus viejos ojos nublados de sueños;
El sol cae en somnolientos rayos
Sobre todas las cosas que crecen.

El pardo Lollard pisotea la grama
Y llega al sillón.
Ahora que los sueños del viejo están muertos,
Él acaricia la larga nariz parda.

Y ahora se mueve una simpática lengua
Sobre sus manos gastadas,
Porque para los sabuesos viejos, y para los jóvenes,
El cazador se pone de pie.

Cazador Rody, suena el cuerno,
Haz que las colinas repliquen.’
El cazador suelta en la mañana
Un grito alegre y vagabundo.

En los ojos del viejo hay fuego,
Sus dedos se mueven y se balancean,
Y cuando la música errante muere
Lo oyen decir lánguidamente,

Cazador Rody, suena el cuerno,
Haz que las colinas repliquen.’
Ya no puedo sonar mi cuerno,
Solo puedo llorar y suspirar.’

Los criados alrededor de los almohadones
Lucen apretados por la pena.
Los perros de caza miran fijamente su rostro,
Los viejos sabuesos y los jóvenes.

Un perro ciego yace aparte
Sobre el pasto soleado;
Mantiene una profunda charla con su corazón:
Los momentos pasan y pasan;

El perro ciego, con triste estruendo,
Levanta lento su cabeza invernal;
Los sirvientes acarrean el cuerpo adentro,
Los perros de caza gimen por el muerto.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

LOS DOS ÁRBOLES


Amada, mira en tu propio corazón,
El árbol sagrado crece allí;
Desde la alegría brotan las sagradas ramas,
Y todas las trémulas flores que sostienen.
Los colores cambiantes de sus frutas
Han salpicado a las estrellas de luz sagrada;
La firmeza de su raíz escondida
Se ha plantado tranquila en la noche;
El vaivén de su cabeza de hojas
Le ha dado a las olas su melodía.
Casados, mis labios y mi música,
Murmuran una mágica canción por ti.
Entonces los amores giran en círculo,
El círculo en llamas de nuestros días,
En espirales desde aquí para allá,
Sobre ignorantes caminos de hojas;
Recordando aquella cabellera suelta
Y el movimiento de tus sandalias aladas,
Tus ojos crecen plenos de tierno cuidado;
Amada, mira en tu propio corazón.

No mires de nuevo en el amargo espejo
Que los demonios de sutiles intenciones
Levantan delante de nosotros cuando pasan.
O solo míralo un poco.
Porque de allí una imagen fatal crece
Y la recibe la noche tormentosa,
De raíces semi escondidas en la nieve,
Ramas rotas y hojas ennegrecidas.
Porque todas las cosas se vuelven estériles
En el sombrío espejo que los demonios sostienen,
El espejo de la extenuación,
Creado mientras Dios dormía en tiempos antiguos.
Allí, a través de las quebradas ramas, van
Los cuervos del pensamiento constante;
Volando, chillando, de aquí para allá,
De crueles garras y garganta hambrienta,
Y allí se paran y olfatean el viento
Y sacuden sus arruinadas alas; “¡alas!”
Tus tiernos ojos crecen perversos:
No mires de nuevo en el amargo espejo.

lunes, 29 de junio de 2015

LA MEDITACIÓN DEL VIEJO PESCADOR



Olas, aunque bailen a mis pies como niños jugando,
Aunque brillen y destellen, aunque zumben y corran a toda velocidad;
En otros Junios más cálidos que los de ahora, las olas eran más alegres,
En los tiempos en los que yo era un niño con el corazón aun sin heridas.

Los arenques ya no están en las corrientes, como lo estaban antiguamente;
¡Mi pena!, recuerdo el chirrido que dejaba la nasa en la carretilla
Que llevaba a vender la pesca al pueblo de Sligo,
En los tiempos en los que yo era un niño con el corazón aun sin heridas.

Y ah, tú, orgullosa doncella, ya no eres tan bella cuando su remo
Se escucha sobre el agua, como ellas eran cuando, orgullosas y apartadas,
Se paseaban en el crepúsculo por las redes tendidas sobre la orilla pedregosa,
En los tiempos en los que yo era un niño con el corazón aun sin heridas.
Sligo, Irlanda.

viernes, 26 de junio de 2015

ALLÁ EN LOS JARDINES DE SALLEY



Allá en los jardines de Salley mi amor y yo nos encontramos;
Ella caminó por los jardines de Salley con sus pequeños pies de blanca nieve.
Me invitó a que tomara el amor con naturalidad, como las hojas crecen en el árbol;
Pero yo, joven y tonto, no iba a estar de acuerdo con ella.

En el prado cerca del río mi amor y yo nos detuvimos,
Y en mi hombro inclinado ella recostó su mano de blanca nieve.
Me invitó a que tomara la vida con naturalidad, como el pasto crece en los diques;
Pero yo era joven y tonto, y ahora estoy lleno de lágrimas.

jueves, 25 de junio de 2015

A UNA ISLA EN EL AGUA


Tímida, tímida,
Tímida de mi corazón,
Ella se mueve a la luz del fuego
Pensativamente alejada.

Ella lleva adentro los platos,
Y los coloca en hilera.
A una isla en el agua,
Con ella me iría.

Ella entra las velas,
Y enciende la habitación cortinada,
Tímida en la entrada,
Y tímida en la penumbra;

Y vergonzosa como un conejo,
servicial y tímida.
A una isla en el agua
Con ella volaría.

lunes, 22 de junio de 2015

EL NIÑO ROBADO



Donde las rocosas tierras altas                                                     
Glen-Car waterfalls (Irlanda)

Del bosque de Sleuth caen en el lago
Yace una frondosa isla
En la que las garzas con su aleteo despiertan
A las somnolientas ratas de agua;
Allí hemos escondido nuestras cubas encantadas
Llenas de bayas
Y de las más rojas cerezas robadas.
¡Aléjate, oh niño humano!
Hacia las aguas y lo salvaje
Con un hada, mano con mano
Porque el mundo está más lleno de llanto de lo que puedes comprender.

Donde la onda del rayo de luna hace brillar
Las sombrías y grises arenas con su luz
A lo lejos, por el lejano Rosses,
Caminamos toda la noche,
Hilando antiguas canciones,
Mezclando las manos y mezclando miradas
Hasta que la luna hubo levantado vuelo;
Hacia aquí y hacia allá brincamos
Y perseguimos las espumosas burbujas,
Mientras el mundo está lleno de problemas
Y es ansioso aun en su sueño.
¡Aléjate, oh niño humano!
Hacia las aguas y lo salvaje
Con un hada, mano con mano
Porque el mundo está más lleno de llanto de lo que puedes comprender.

Donde las vagabundas aguas manan a borbotones
Desde las colinas bajo Glen-Car,
En estanques entre los juncos
Que apenas podrían enjugar una estrella,
Nosotros buscamos somnolientas truchas
Y susurrando en sus orejas
Les dejamos sueños intranquilos;
Inclinándonos suavemente
Desde los helecho que dejan caer sus lágrimas
Sobre los jóvenes riachuelos.
¡Aléjate, oh niño humano!
Hacia las aguas y lo salvaje
Con un hada, mano con mano
Porque el mundo está más lleno de llanto de lo que puedes comprender.

Lejos, junto a nosotros, él está yendo
El de ojos solemnes:
Ya no oirá los mugidos
De los terneros sobre la tibia colina
Ni la caldera sobre el hornillo
Cantar en paz dentro de su pecho,
Ni verá al castaño ratón subir y bajar
Y girar alrededor del arca de la avena.
Porque ahí viene, el niño humano,
Hacia las aguas y lo salvaje
Con un hada, mano con mano
Desde un mundo más lleno de llanto de lo que puede comprender.

lunes, 18 de mayo de 2015

EFÍMERA


Tus ojos, que antes nunca se fatigaron de los míos,
hoy se inclinan apenados bajo los pendulantes párpados
porque nuestro amor está menguando.

                                                   Y entonces ella:
'Aunque nuestro amor esté menguando, vayamos
al solitario borde del lago una vez más,
juntos en esta hora de ternura
cuando la pobre y cansada niña, Pasión, se ha dormido:
¡cuán lejanas parecen las estrellas, y cuán lejos
quedó nuestro primer beso, y, ah... cuán viejo mi corazón!'
Pensativos caminaban sobre las hojas desvanecidas,
y entonces él, cuya mano sostenía la de ella, replicó lentamente:
'La Pasión a menudo ha raído nuestros vagabundos corazones.'

El bosque los rodeaba, y las hojas amarillas
caían como leves meteoros al oscurecer, y una vez
un conejo rengo y viejo bajó por el sendero;
el otoño estaba sobre él: y ahora ambos se han detenido
en el solitario borde del lago una vez más:
volviéndose, él vio que ella había apartado las hojas muertas
reunidas en silencio, cubiertas de rocío, como sus ojos,
para su pecho y su cabello.
                                               'Ah, no lamentes', dijo él,
'que estemos abatidos, porque otros amores nos esperan;
odia y ama en tus horas, sin reproche.
Ante nosotros yace la eternidad; nuestras almas
son amor, y un continuo adiós.'



Nota: la pintura que acompaña este poema se titula Parejas de enamorados en Asnieres y pertenece a Vincent Van Gogh.